Tu voz.

En la oscuridad mas absoluta, cuando hasta la más pequeña luz ha desaparecido, suelo perder el Norte. Me cierro a todo, siento que desaparezco y que no soy capaz ni de encontrarme a mi misma.

De repente escucho un susurro, una voz dulce que parece salir de mi interior. Pero no soy yo,  y me siento incapaz de reconocer quién me habla si no es mi conciencia, y qué intenta decirme.

Abro los ojos todo lo que puedo, pero sigo sin ver nada, sigo oyendo esa voz, cada vez más clara, cada vez más cerca.

Te oigo, eres tú, dulce, niño y hombre a la vez. Me levantas y, progresivamente todo recupera su color y la realidad deja de ser tan absolutamente oscura.

Sigues hablando, y no puedo dejar de mirarte, y no me entiendo ni a mí misma, pero no te importa. Todo brilla, no sé cómo, ni sé de qué modo llego a este tipo de situaciones, pero todo vuelve a la calma y mi mundo sonrie.

Gracias.

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Una respuesta a Tu voz.

  1. Leo (o mejor dicho, reléo) lo que escribes y, sediento de conocer, pienso en lo mucho que me gustaría escuchar esa voz que me complementa y que tantas sonrisas arrancó a unos labios que, de un tiempo a esta parte, se resisten a sonreír. Imagino… y por un segundo siento de nuevo tu cálida voz acariciando mis sentidos, escucho tu risa y, sin poder evitarlo, yo también sonrío mientras percibo tus «coletillas» como si hubiesen sido dichas por tus mismos labios… me deleito con la aterciopelada incoherencia que es el recuerdo de aquel nervioso primer momento.
    Despierto… dejo de soñar con lo que añoro y contemplo la posibilidad de volver a escucharte. Y espero mientras el tiempo pasa, alimentándome de recuerdos que son maravillas y que me hacen pensar en lo mucho que te echo en falta. Te vuelvo a recordar y, sin poder evitarlo, mis labios vuelven a aprender lo que era una sonrisa.

    Besos!!

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